miércoles, 3 de marzo de 2021

Modelo CAPM de valoración de activos

La formación de una cartera de valores óptima. El modelo de Markowitz

Cartera

El concepto de cartera, en la acepción que nos interesa, hace referencia al conjunto de valores mobiliarios que una persona física o jurídica posee en un momento determinado y que forman parte de su patrimonio.

En inglés el término empleado es el de portfolio. En general, la cartera puede contener cualquier activo financiero, si bien normalmente entenderemos que está compuesta por un conjunto de acciones.

Cuando hablamos de 'selección de carteras', estamos hablando naturalmente de 'selección de acciones'.

Una buena cartera es más que una larga lista de acciones (en general, activos financieros), es en su totalidad un buen equilibrio que proporciona al inversor la protección y oportunidades con respecto a un amplio rango de contingencias.

El inversor debería construir su cartera en función de sus necesidades y objetivos particulares.

La finalidad de la formación de carteras puede ser:

  • Controlar una determinada empresa
  • Rentabilizar transitoriamente cierto capital
  • Procurar evitar el efecto de la erosión monetaria del dinero, invirtiendo en acciones que guarden estrecha correlación con el índice general de precios. Se trataría de una inversión a largo plazo.
  • Colocar a largo plazo los excedentes de rentas (ahorro) con el fin de disfrutar posteriormente de una renta complementaria.
  • Diversificación de la inversión
  • Otros motivos: ahorro fiscal, prestigio, coleccionismo, ...

En general el inversor, a la hora de formar una cartera, trata de combinar los diferentes activos individuales de tal modo que el activo mixto resultante o cartera garantice una rentabilidad, seguridad y liquidez 'aceptables', Si bien, estos tres objetivos de toda inversión financiera son normalmente incompatibles entre sí.

La inversión en valores mobiliarios es una típica inversión financiera, que como tal, tiene una serie de características que la diferencian de las inversiones productivas o en activos reales. Tales características son:

  1. Fraccionabilidad. Aunque no podemos invertir en menos de un título, lo cierto es que el valor de éstos suele ser normalmente de reducido importe para facilitar la inversión del pequeño ahorrador. Pero en el caso de que el importe fuese mayor, estaríamos probablemente en un mercado dirigido a inversores de mayor entidad que seguirían considerando el precio de un título como una pequeña fracción de su capacidad de inversión. Por ello, en teoría aceptamos la fraccionabilidad de la inversión, cosa que normalmente no sucede con inversiones productivas.
  2. Liquidabilidad. Los activos financieros disponen normalmente de mercados secundarios desarrollados que permiten que el inversor conozca en todo momento bastante bien, con aceptable grado de objetividad, el valor de realización de su cartera. El inversor puede fácilmente liquidar su inversión, cosa que no sucede en las inversiones productivas.
  3. Diversificabilidad. Como consecuencia de la fraccionabilidad de la inversiones financieras, el inversor puede distribuir sus recursos (propios o ajenos) entre una amplia gama de activos. Esto reporta una gran ventaja como veremos posteriormente, a saber, reducir el riesgo de su inversión.
  4. Flexibilidad temporal. Las inversiones productivas comprometen a los inversores normalmente durante un largo periodo de tiempo. Las inversiones en activos financieros, debido a sus característica de poseer un elevado grado de liquidez, permiten al inversor realizarlas fácilmente en prácticamente cualquier momento del tiempo y con la liquidez obtenida proyectar nuevas inversiones.
Dos son las vías mediante las que se obtiene rentabilidad de una inversión financiera o cartera:
  1. Rentabilidad en sentido estricto. En forma de dividendos en el caso de títulos de renta variable (acciones) o intereses cuando se trata de títulos de renta fija. Los derechos de suscripción preferente cuando son vendidos por su titular no constituyen, en realidad, una fuente de rentabilidad, sino una forma de realizar parcialmente la parte alícuota que le corresponde en las reservas que la empresa ha ido acumulando por cuenta de sus accionistas. Si el mercado secundario funciona con cierto grado de eficiencia, la cotización de las acciones disminuirá en la proporción necesaria como para compensar esa aparente o falsa fuente de rentabilidad.
  2. Las ganancias de capital. Son las que se producen al vender en el mercado secundario los títulos por un precio superior al de adquisición (plusvalía). Si bien dichas ganancias se tornan pérdidas cuando se realizan los títulos por un precio inferior al de adquisición (minusvalías).

El nacimiento de la teoría de la selección de carteras. Las aportaciones de Markowitz y Tobin


La teoría de selección o formación de carteras nace con las aportaciones de Markowitz (1952) y Tobin (1958). Posteriores aportaciones de otros autores han contribuido a su perfección y desarrollo.

La gran aportación de Markowitz fue establecer lo que podríamos denominar la conducta racional del inversor, sin restar méritos a su tratamiento analítico. La conducta racional del inversor consiste en que éste formará o seleccionará su cartera de forma que maximice la rentabilidad para un nivel de riesgo determinado, o que minimice el riesgo de la cartera para una cierta rentabilidad dada.

El inversor se encuentra presionado por dos fuerzas de sentido contrario:
  • el deseo de ganancias
  • la aversión al riesgo
En función de sus preferencias personales elegirá una cierta combinación rentabilidad / riesgo.

 



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